urante décadas, la perfumería occidental ha estado atravesada por una clasificación impuesta por el marketing: notas florales, frutales, dulces o empolvadas para las mujeres; acordes fougère, especiados, cueros o amaderados para los hombres. Esta separación —más cultural que técnica— ha configurado el imaginario de generaciones de consumidores. Sin embargo, a partir de los años 90, esa línea divisoria comenzó a difuminarse. El punto de inflexión llegó con CK One (1994), la icónica creación de Alberto Morillas y Harry Fremont para Calvin Klein. Con su arquitectura olfativa limpia, cítrica y almizclada, esta fragancia introdujo una nueva sensibilidad minimalista, fresca y democrática, que formación 22 PERFUMERÍA La categoría de perfumes unisex ha dejado de ser una curiosidad comercial para consolidarse como un segmento en plena expansión dentro del mercado global de fragancias. Lejos de representar una simple tendencia estética, el auge de las composiciones sin género responde a una transformación profunda en los códigos culturales, el lenguaje de la perfumería y la forma en que el consumidor contemporáneo construye su identidad sensorial. D Sandra Iruela PERFUMISTA, CONSULTORA DE MARKETING OLFATIVO Y SENSORIAL PARA EMPRESAS, EXPERTA EN EL DISEÑO DE PERFUMES PERSONALIZADOS Y PROFESORA DE CURSOS DE PERFUMERÍA Perfumes Unisex: una revolución sensorial sin género Con CK One, la icónica creación de Alberto Morillas y Harry Fremont para Calvin Klein, se empezó a difuminar la línea de género en las fragancias.
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