ría de la cosmética viene lista para usar, pero nuestras mezclas se activan con agua justo antes de aplicarlas. Esta forma mantiene la planta pura, sin conservantes, con su poder intacto. Aunque podríamos haber optado por fórmulas preparadas, decidimos no sacrificar la pureza solo por comodidad. Sabemos que esta diferencia requiere más explicación, pero también ofrece más beneficios reales. ¿Hubo algún momento particularmente difícil en el que consideró desistir? ¿Cómo lo superó? Sí, hubo momentos en los que realmente me planteé dejarlo. Trabajar con plantas que solo crecen en la India, que no tienen ni nombre en español, fue un reto enorme. Desde el cultivo hasta la importación, todo implicaba empezar desde cero y enfrentarse a muchísima burocracia. Cuando eres una marca pequeña, con recursos limitados, hay días en los que sientes que todo te queda grande. Y no voy a mentir, hubo noches de dudas y cansancio. Lo que me ayudó a seguir fue empezar despacito. lanzábamos solo lo que sentíamos que podíamos mantener bien: comenzamos con aceite de ricino y rosa mosqueta, luego vinieron shikakai y amla. Ver la respuesta de la gente, los mensajes agradeciendo no solo el producto sino también por el asesoramiento, me dio la fuerza que necesitaba para seguir creyendo. Ahí entendí que no estábamos vendiendo productos, estábamos construyendo confianza. Hoy, los productos que creamos nacen de esa confianza mutua. Nuestra comunidad nos guía, nos cuenta lo que necesita y nosotros formulamos pensando en esas historias reales, con nombres y rostros detrás. Eso lo cambia todo. Porque ya no se trata solo de mí o de mi hija, se trata de muchas personas que, como nosotras, están buscando sanar desde lo natural y lo auténtico. ¿Qué aspectos del proceso emprendedor le resultaron más sencillos o naturales? Hubo una parte del camino que me resultó más natural, quizás porque mi trayectoria profesional siempre ha estado ligada al aprendizaje y a emprender con propósito. Antes de fundar Real Earth Stories, fui directora académica en una escuela de negocios, ESIC, y también monté una escuela infantil basada en el método Montessori. Ambas experiencias me dieron las herramientas necesarias para entender cómo estructurar un proyecto, cómo liderar un equipo y cómo conectar con las personas desde la empatía. Eso hizo que muchos aspectos del “Hubo momentos en los que realmente me planteé dejarlo. Trabajar con plantas que solo crecen en la India, que no tienen ni nombre en español, fue un reto enorme” 66 TINA GODHWANI emprendedoras cosméticas Las mezclas de Real Earth Stories se activan con agua justo antes de aplicarlas.
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