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rando hábitos sostenibles en el tiempo y una relación más amable con el propio cuerpo. En este contexto, la cosmética ya no busca “borrar arrugas” ni “quitar años”, sino preservar la salud de la piel, reforzar su función barrera, mitigar el estrés oxidativo y acompañar los cambios biológicos con soluciones personalizadas y eficaces. Hablamos de una transición del enfoque correctivo al enfoque preventivo, del mensaje estético al mensaje holístico. ¿Cómo responde la industria? Este cambio de paradigma ha influido en múltiples dimensiones del negocio cosmético. En primer lugar, en el lenguaje: términos como “anti-aging” empiezan a quedar obsoletos, y se abren paso conceptos más positivos y realistas como “longevidad cutánea”, “belleza consciente”, “cosmética holística” o “piel madura y saludable”. La narrativa se transforma para sintonizar con un consumidor que valora la autenticidad por encima del ideal artificial. Desde el punto de vista formulativo, las innovaciones giran en torno a activos que favorecen la resiliencia cutánea y que trabajan a distintos niveles: péptidos biomiméticos, ácido ferúlico, niacinamida, extractos adaptógenos, probióticos, antioxidantes o complejos neurocosméticos. También se apuesta por sinergias entre ingredientes naturales y tecnologías de precisión. La idea no es disimular el paso del tiempo, sino vivirlo de forma saludable y armónica. En este sentido, marcas como Shiseido han sido pioneras en abordar el envejecimiento desde una perspectiva de longevidad celular, integrando conceptos La campaña de L’Oréal "Worth It Resume" invitaba a las mujeres a compartir sus fracasos profesionales. Una de sus protagonistas fue Helen Mirren. Otra de las embajadoras de L’Oréal Paris, Andie MacDowell, revolucionó las RR.SS. al dejar de teñirse y lucir su melena al natural. Términos como “antiaging” empiezan a quedar obsoletos, y se abren paso conceptos más positivos como “longevidad cutánea”, “belleza consciente” o “cosmética holística”

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