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cuidado real debería estar centrado en necesidades específicas, no en ideas heredadas? Lo que descubrimos es que esa segmentación no solo es técnicamente injustificada en la mayoría de los casos, sino que reproduce una lógica machista profundamente arraigada: lo masculino como funcional, sobrio, técnico; lo femenino como delicado, emocional, suave. Gerard Solé (G.S.): Cuestionarlo fue una decisión técnica, sí, pero también ética y política. Porque cuidar la piel no debería significar reforzar jerarquías. Ustedes hablan de una belleza “radicalmente honesta”. ¿Qué implica esta honestidad en una industria tan saturada de marketing aspiracional? G.S.: Ser radicalmente honestes en esta industria implica hablar más bajo cuando todo el mundo grita promesas. La cosmética se ha llenado de discursos aspiracionales que venden no solo productos, sino estilos de vida inalcanzables. Pieles sin poros, rostros sin tiempo, cuerpos sin matices. En RuMU Beauty decidimos no seguir ese camino. Porque ningún sérum va a arreglar tu vida. Porque la piel no necesita ser perfecta para merecer cuidado. Porque el envejecimiento no es un fallo, es un proceso. Nuestra honestidad no es una pose de marca: es una práctica diaria. Significa explicar con claridad qué hace cada ingrediente, qué no puede prometer un producto, y por qué no hablamos de “corrección” sino de acompañamiento. En un mercado saturado de aspiraciones, elegir la verdad es una forma de belleza. ¿Consideran que el género sigue siendo un criterio relevante en el diseño de productos de cuidado de la piel? G.S.: Sí, el género sigue siendo un criterio relevante en el diseño de productos de cuidado de la piel, y no podemos ignorarlo: lo es porque el mercado lo ha construido así, y porque muchas personas todavía se relacionan con los productos desde esa narrativa. Pero que sea relevante no significa que sea justo, ni necesario. E.C.: La segmentación por género se apoya en diferencias biológicas reales, pero mínimas —como la densidad de colágeno o el grosor dérmico— que se han exagerado para justificar un marketing profundamente binario y, muchas veces, machista. Aromas asignados, colores codificados, texturas “masculinas” o “femeninas”… más que cuidar, muchas veces estereotipan. Nosotres no negamos esas diferencias, pero tampoco las usamos como excusa para formular desde el prejuicio. Preferimos diseñar para condiciones reales, momentos de piel, cuerpos diversos. Porque creemos que el cuidado no debería tener género, sino intención. ¿Qué respuesta han recibido del público frente a una propuesta abiertamente queer y no binaria? E.C. y G.S.: La respuesta ha sido mayoritariamente positiva, especialmente por parte de personas que nunca se sintieron reflejadas en los discursos tradicionales del cuidado personal. Recibimos mensajes de gratitud, de alivio incluso, por ofrecer un espacio donde la piel no tiene que disfrazarse para ser aceptada. También han llegado preguntas, dudas, e incluso algunas reticencias. Y las entendemos: cuestionar lo aprendido incomoda, por32 ENTREVISTA green zone GREENZONE GREENZONE GREENZONE GREENZONE GREENZONE GREENZONE GREENZONE

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