que muchas veces el cuidado ha estado asociado a la norma, no a la libertad. En la apertura de nuestra popup en París, por ejemplo, una persona nos dijo que nuestra propuesta le parecía ridícula, “demasiado de nicho”. Le explicamos lo que hacemos desde lo emocional, desde lo científico, desde la experiencia vivida. No llegamos a convencerle. Pero nos quedamos con algo importante: la conversación ocurrió, la semilla quedó plantada. Porque lo que no hemos recibido es indiferencia. Y en una industria acostumbrada a vender consenso y perfección, provocar preguntas ya es una forma de resistencia. ¿Qué desafíos han enfrentado al romper con los estereotipos estéticos tradicionales en el sector? G.S.: El principal desafío ha sido existir sin pedir permiso. Salirse del molde implica encontrarte con resistencias: desde quienes te dicen que “eso no va a vender” hasta profesionales que cuestionan si mostrar pieles reales, cuerpos trans o envejecidos puede “dañar la imagen de marca”. Lo más complejo es que estos estereotipos están tan integrados que, a veces, cuesta incluso detectar cuándo se están reproduciendo. Romperlos no es un acto puntual, es una práctica constante. Y también una decisión política: elegir incomodar antes que complacer. Aunque en el mundo de la moda ya se habían visto estos gestos muchas veces, lo que más nos sorprendió fue comprobar que el impacto visual de nuestra primera campaña no vino solo por ser diferentes. Lo que realmente llamó la atención fue que lo diferente, de pronto, se veía interesante. Se veía deseable. Y eso habla de una grieta en el sistema estético tradicional. Una grieta por donde puede empezar a entrar algo nuevo. ¿Por qué decidieron no incluir agua en sus fórmulas? ¿Qué implica esta decisión a nivel de eficacia y filosofía? E.C.: Porque el agua, aunque es segura y común, muchas veces se usa como relleno. En cosmética, puede llegar a representar más del 70% de una fórmula. Decidimos eliminarla por tres razones: 1. Eficacia: Sin agua, la concentración de activos aumenta. 2. Estabilidad: No hay necesidad de conservantes destinados a proteger un medio acuoso. 3. Filosofía: Queremos fórmulas directas, honestas, sin exceso de volumen ni promesas infladas. También hay un factor ambiental: menos peso, menos envases, menos transporte. Es una decisión que cuida tu piel y el planeta al mismo tiempo. ¿Cómo equilibran la eficacia clínica con ingredientes de origen natural? E.C.: No creemos en la división entre “natural” y “científico” como si fueran opuestos. Nuestra mirada parte de la evidencia, no del origen. Si un ingrediente natural tiene eficacia probada, lo usamos. Si uno sintético es más estable, más seguro o ético, también. Lo importante es la función, la calidad, y cómo se comporta en la piel. El equilibrio está en formular sin dogmas. Y en contar con rigor por qué usamos lo que usamos. ¿Qué papel juega la transparencia en la formulación para combatir el sobreconsumo cosmético? E.C.: La transparencia cambia todo. Cuando entiendes qué hace un ingrediente, cómo funciona un producto y qué esperar de él, dejas de consumir por ansiedad o por promesa publicitaria. El sobreconsumo se alimenta de la frustración: compro porque nada me funciona, porque quiero más, porque me dijeron que lo necesito. En RuMU Beauty, la transparencia no es solo mostrar el INCI, es explicar, contextualizar, educar. Porque cuanto más sabes, más eliges. Y eso también es cuidado. ¿Cómo influye su experiencia previa en moda, fotografía y dirección de arte en la identidad visual y conceptual de RuMU? G.S.: RuMU Beauty nació desde lo más íntimo: una conversación entre nosotros como pa- “HACER RUMU BEAUTY FUE, Y SIGUE SIENDO, UN PROCESO DE RECONCILIACIÓN: CON NUESTRAS PIELES, CON NUESTROS ERRORES, CON NUESTRAS VERSIONES PASADAS.” 33 GREENZONE GREENZONE GREENZONE GREENZONE GREENZONE GREENZONE GREENZONE
RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx