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66 colaboraciones PACKAGING una carga regulatoria que incrementa costes y limita la creatividad, o podemos aprovecharla como una palanca de innovación, reputación y garantizar mayor rentabilidad a largo plazo. Pensemos en el nuevo Reglamento europeo de envases que entrará en vigor en 2026 y nos exige repensar cómo diseñamos los envases de forma reciclable, reutilizable o compostable. Debemos reimaginar cada eslabón de la cadena, buscando sistemas monomateriales o fácilmente separables, que faciliten el reciclado y reduzcan el impacto ambiental. Lo mismo pasa con el refill 2.0, que evoluciona de simplemente rellenar, para centrarse en crear “envases para siempre”. Debemos diseñar objetos de lujo tan bellos y funcionales que el consumidor desee conservarlos, reutilizarlos y compartir la experiencia. Al mismo tiempo, la digitalización del packaging avanza de la mano del futuro Pasaporte Digital de Producto, donde el consumidor podrá escanear un frasco y descubrir desde el origen de los materiales hasta las instrucciones de reciclaje. ¿Pero por qué no aplicar storytelling? Además de información técnica, podemos agregar un video del productor de la materia prima, o explicando cómo es una planta de reciclaje. Entonces la transparencia deja de ser un requisito normativo y aporta diferenciación, impulsando un storytelling mucho más profundo y conectado a los valores de marca. La Directiva contra el greenwashing, que también llega a partir de 2026, obligará a que todas las afirmaciones ambientales estén avaladas por pruebas científicas verificables. Esto implica que claims como “eco-friendly”, “respetuoso con el medioambiente” o “carbon neutral” no podrán usarse sin datos robustos que lo respalden. Esto puede parecer una restricción al marketing, pero en realidad es una gran oportunidad para reforzar la credibilidad de las marcas. La transparencia genera confianza y la confianza genera ventas. Los consumidores se unen al cambio El cambio también lo exigen los consumidores; según los últimos estudios de Kantar y Euromonitor, más del 65 % de los compradores de belleza en Europa ya sitúan la sostenibilidad del envase como un factor determinante en su decisión de compra y el 80 % son más leales a marcas que la promueven. Lo que antes era un valor aspiracional o un deseo, ahora se incluye el impacto como un criterio de elección muy importante. La buena noticia para las marcas es que este interés viene acompañado de una disposición a pagar un sobreprecio (green premium) y este porcentaje es más alto en categorías de cosmética y perfumería que en otros sectores, siempre que la propuesta sea creíble y transparente. Aquí es donde sostenibilidad y rentabilidad se encuentran, “Podemos vivir la sostenibilidad como una carga regulatoria que limita la creatividad, o una palanca de innovación que garantiza rentabilidad a largo plazo”

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