“Nuestra comunidad nos guía, nos cuenta lo que necesita y nosotros formulamos pensando en esas historias reales, con nombres y rostros detrás. Eso lo cambia todo”
Cuéntenos, ¿qué la inspiró a fundar Real Earth Stories y adentrarse en el sector de la cosmética natural?
Mi inspiración para fundar Real Earth Stories nace de una historia profundamente personal. Crecí en Torremolinos, Málaga, en una época en la que sentirme diferente era parte del día a día. Como niña de raíces indias, aprendí muy pronto a ocultar mi cultura: el aceite en mi pelo, la henna en mis manos o el olor especiado de nuestra comida. Mi madre, apasionada por el Ayurveda, aplicaba rituales y remedios caseros con total naturalidad, pero yo los vivía en silencio, intentando encajar. Nunca pensé que años después volvería a ellos como un camino de sanación.
Todo cambió con el nacimiento de mi hija Adya. Sus múltiples alergias desencadenaron problemas dermatológicos complejos, y en la búsqueda de soluciones más allá del corticoide, volvimos a los remedios Ayurvédicos de mi madre. Ver cómo funcionaban no solo en ella, sino también en otras familias que los probaron, despertó en mí una necesidad de entender el porqué. Mi madre conocía los remedios, pero no la ciencia detrás. Por eso estudié Herbology & Ayurvedic Cosmetology en Kerala, India. Fue ahí cuando comprendí la lógica y la potencia de sanar solo con plantas, y supe que esta sabiduría debía compartirse.
La verdad que antes de formarme, también probé varios productos naturales sin éxito. No era que no funcionaran, simplemente no sabía cómo usarlos. Esa frustración me enseñó que lo natural necesita guía, no solo promesas. Por eso, al crear la marca, añadimos el apellido “Stories”: porque cada experiencia importa, y acompañar es parte esencial del proceso.
Al iniciar su empresa, ¿cuáles fueron los principales obstáculos que enfrentó como emprendedora en la industria cosmética?
Uno de los mayores retos al empezar fue educar sobre lo natural sin abrumar. Muchas personas buscan soluciones más conscientes, pero no siempre saben qué están buscando o por qué ciertos ingredientes funcionan. Traducir ese conocimiento ancestral en algo claro, sencillo y accesible fue un gran desafío. Hoy, gracias a mucho ensayo y error, hemos creado tablas fáciles, contenido visual, y canales de asesoría personalizada por WhatsApp y web que ayudan a cada persona a encontrar su camino, ya sea en color o cuidado capilar.
También fue difícil presentar un producto tan distinto a lo que estamos acostumbrados. La mayoría de la cosmética viene lista para usar, pero nuestras mezclas se activan con agua justo antes de aplicarlas. Esta forma mantiene la planta pura, sin conservantes, con su poder intacto. Aunque podríamos haber optado por fórmulas preparadas, decidimos no sacrificar la pureza solo por comodidad. Sabemos que esta diferencia requiere más explicación, pero también ofrece más beneficios reales.
¿Hubo algún momento particularmente difícil en el que consideró desistir? ¿Cómo lo superó?
Sí, hubo momentos en los que realmente me planteé dejarlo. Trabajar con plantas que solo crecen en la India, que no tienen ni nombre en español, fue un reto enorme. Desde el cultivo hasta la importación, todo implicaba empezar desde cero y enfrentarse a muchísima burocracia. Cuando eres una marca pequeña, con recursos limitados, hay días en los que sientes que todo te queda grande. Y no voy a mentir, hubo noches de dudas y cansancio.
Lo que me ayudó a seguir fue empezar despacito. lanzábamos solo lo que sentíamos que podíamos mantener bien: comenzamos con aceite de ricino y rosa mosqueta, luego vinieron shikakai y amla. Ver la respuesta de la gente, los mensajes agradeciendo no solo el producto sino también por el asesoramiento, me dio la fuerza que necesitaba para seguir creyendo. Ahí entendí que no estábamos vendiendo productos, estábamos construyendo confianza.
Hoy, los productos que creamos nacen de esa confianza mutua. Nuestra comunidad nos guía, nos cuenta lo que necesita y nosotros formulamos pensando en esas historias reales, con nombres y rostros detrás. Eso lo cambia todo. Porque ya no se trata solo de mí o de mi hija, se trata de muchas personas que, como nosotras, están buscando sanar desde lo natural y lo auténtico.
¿Qué aspectos del proceso emprendedor le resultaron más sencillos o naturales?
Hubo una parte del camino que me resultó más natural, quizás porque mi trayectoria profesional siempre ha estado ligada al aprendizaje y a emprender con propósito. Antes de fundar Real Earth Stories, fui directora académica en una escuela de negocios, ESIC, y también monté una escuela infantil basada en el método Montessori. Ambas experiencias me dieron las herramientas necesarias para entender cómo estructurar un proyecto, cómo liderar un equipo y cómo conectar con las personas desde la empatía.
Eso hizo que muchos aspectos del negocio —como la organización, la comunicación o la visión estratégica— fluyeran de forma bastante orgánica. Había algo en mí que ya sabía cómo construir, solo que esta vez lo estaba haciendo desde un lugar mucho más íntimo y personal. Ahora no solo aplico lo aprendido, sino que lo combino con mis raíces, mi historia y el deseo profundo de compartir una forma más consciente de cuidarnos.
¿Contó con mentores o una red de apoyo que la guió en los primeros pasos de su empresa?
Sí, y fueron fundamentales. Tuve la suerte de contar con el apoyo de mis propios profesores ayurvédicos, el Dr. Akhilesh Varrier y el Dr. Irfan Poilan. Desde el principio me guiaron no solo en el conocimiento, sino también en el enfoque con el que quería crear Real Earth Stories. A día de hoy, siguen siendo parte activa de nuestra historia, colaborando en las formulaciones y asegurando que cada mezcla esté alineada con los principios del Ayurveda auténtico.
Para mí, esto marca una gran diferencia. Mientras que muchas fórmulas en el mercado nacen del ensayo y error, o están diseñadas desde una visión más cosmética o estética, nosotros formulamos desde el equilibrio interno, entendiendo el valor energético de cada planta, sus contraindicaciones y combinaciones adecuadas. No se trata solo de que algo “funcione”, sino de que sea seguro, respetuoso y coherente con el cuerpo y la naturaleza.
Y como creemos que este conocimiento no debe quedarse solo entre expertos, ofrecemos también sesiones y webinars gratuitos con estos doctores para nuestra comunidad. Porque creemos en compartir, en educar, y en acompañar a quienes, como nosotros, buscan sanar desde la raíz.
Como fundadora, ¿cómo maneja el equilibrio entre su vida personal y las exigencias de dirigir una empresa en crecimiento?
No te voy a mentir, mantener el equilibrio es todo un reto, sobre todo teniendo dos niñas pequeñas de 4 y 7 años. Sé que esta etapa de su infancia es única y muy delicada, y no quiero perdérmela. Por eso, aunque la empresa está creciendo, he organizado mi vida para trabajar en su mayoría desde casa, lo que me permite estar presente: recogerlas del colegio, merendar juntas, compartir las tardes.
Claro que hay días en los que necesito tirar de mi marido o de mi familia, pero también creo que eso es parte de la riqueza de criar en tribu. Y sí, muchas noches se convierten en jornadas de trabajo silenciosas y largas, pero cuando el proyecto nace del corazón, la motivación viene sola. Al final, estoy construyendo algo en lo que creo profundamente, sin dejar de cuidar lo que más amo.
En un mercado saturado de productos cosméticos, ¿qué estrategias utilizó para posicionar a Real Earth Stories y destacar entre la competencia?
Sabíamos que no bastaba con tener un buen producto. Desde el inicio, entendimos que lo que realmente nos diferencia es la historia que hay detrás, el acompañamiento que damos y la comunidad que estamos construyendo. Para nosotros, no se trata solo de vender, sino de asesorar, de escuchar y de caminar con cada persona que nos elige.
También cuidamos muchísimo la calidad: tenemos cosechas propias en la India, lo que nos permite seleccionar solo las mejores partes de la planta y controlar todo el proceso hasta lograr una micronización muy fina, que es clave para obtener resultados consistentes. Incluso en detalles como el packaging buscamos marcar la diferencia. Por ejemplo, en la coloración, usamos sobres individuales de 50 gramos dentro del paquete. Parece algo pequeño, pero así evitamos que los pigmentos se separen, asegurando que cada aplicación dé el mismo resultado, además de conservar mejor el producto.
La sostenibilidad es un pilar en Real Earth Stories. ¿Cómo integra este compromiso en cada aspecto de su negocio, desde la selección de ingredientes hasta el empaquetado?
Para nosotros, la sostenibilidad no es solo una palabra bonita, es una forma de vivir y de crear. Desde el principio supimos que, si queríamos construir algo auténtico, tenía que nacer del respeto: respeto por la tierra, por las personas que la trabajan y por quienes confían en nosotros. Nuestras plantas se cultivan de forma ecológica y con mimo, por agricultores que reciben un salario justo, porque creemos que la belleza real empieza en el origen, en la semilla, en la tierra bien cuidada.
El empaquetado lo realizan mujeres de comunidades rurales, muchas de ellas madres que gracias a este trabajo pueden alimentar y educar a sus hijos. Cada sobre que llega a tu casa ha pasado por manos que trabajan con dignidad y esperanza, y eso le da un valor que va más allá de lo material.
Y como no podía ser de otra forma, todo nuestro packaging es sostenible: usamos papel kraft compostable, bioplástico hecho de maíz y capas protectoras biodegradables. Las botellas de vidrio pueden reutilizarse, las cajas están pensadas para tener más de una vida, y todos nuestros nuevos envases indican claramente cómo reciclarlos.
Además, creemos profundamente en devolverle a la tierra todo lo que nos da. Por eso colaboramos periódicamente con ONG como Nelda en Pune, India, y organizamos campañas de reforestación como la que hicimos el 22 de abril para celebrar el Día de la Tierra.
¿Con qué certificaciones cuenta la marca?
Real Earth Stories cuenta con certificaciones que respaldan nuestro compromiso real con lo natural y lo ético. Tenemos certificación ecológica por parte de bio.inspecta y Bio Vida Sana, dos sellos que garantizan que nuestros productos cumplen con los más altos estándares en cosmética orgánica.
Además, todos nuestros ingredientes están certificados en origen con la certificación USDA Organic, lo que asegura que cada planta ha sido cultivada sin pesticidas, con métodos sostenibles y con profundo respeto por la tierra de donde proviene.
¿Actualmente cuál es su canal de venta?
Hoy en día vendemos online, lo que nos permite estar cerca de quienes nos buscan, sin importar dónde estén. También colaboramos con herbolarios y pequeñas tiendas de cosmética natural, porque creemos en lo cercano, en los proyectos con alma, y en apoyar a quienes comparten nuestros valores. Allí, como en nuestra web, tenemos herramientas creadas para poder ofrecer asesoramiento personalizado y construir relaciones reales.
Además, muchos de nuestros productos se utilizan y se venden en peluquerías orgánicas, lo cual nos encanta, porque así también se vive la experiencia de cuidarse de forma consciente. Y sí, estamos en plataformas como Amazon y Naturitas, porque queremos que, si alguien necesita una solución natural, la tenga a mano sin importar en qué rincón de España se encuentre.
Al final, para nosotros lo importante no es solo vender, sino llegar con sentido, con calidad y con honestidad, a más hogares que buscan una forma distinta de cuidarse.
¿Cuáles son los planes de la marca para el canal de perfumería?
El canal de perfumería nos ilusiona muchísimo, porque representa un punto de encuentro entre el cuidado personal y el ritual cotidiano.
Te cuento algo muy personal: cuando era adolescente, como muchas otras personas, solo quería encajar. Me esforzaba por parecer más “española”, y eso me llevó a someter mi cabello a tratamientos agresivos que, con el tiempo, me pasaron factura. Recuerdo que mi madre —fiel defensora de lo natural— me insistía con alternativas más suaves, más respetuosas… pero yo lo rechazaba. En ese momento, pensaba que lo natural era “demasiado alternativo”, solo para quien hacía yoga o reiki.
Con los años entendí que no necesitas pertenecer a un estilo de vida específico para cuidarte con plantas. Cuidarte de forma natural es para todos. Por eso, llegar a perfumerías tiene un significado especial para mí: es acercar este mensaje a más personas, en lugares donde ya van a buscar bienestar, belleza y autocuidado. Queremos estar ahí, no solo con productos, sino con una forma diferente de entender el cuidado: más consciente, sostenible y real.
La comunidad y las opiniones de los clientes parecen ser fundamentales para su marca. ¿Cómo gestiona y valora el feedback de sus consumidores?
Para nosotros, el feedback no es solo importante… es el corazón de todo lo que hacemos. Desde el principio supimos que esta marca tenía que construirse con y para la comunidad. Por eso, como dije antes, no lanzamos ningún producto sin antes escuchar a quienes nos acompañan en este camino.
Todas nuestras comunidades en WhatsApp son espacios abiertos, donde animamos a compartir lo bueno y lo malo. Y lo valoramos profundamente, porque gracias a esas opiniones hemos reformulado productos, mejorado procesos y creado soluciones que realmente responden a lo que necesitan. Así nacieron nuestros nuevos matizadores vegetales —Blonde Balance y Brown Balance— pensados especialmente para quienes nos contaban que buscaban matices más ceniza o querían suavizar reflejos rojizos.
También estamos por lanzar dos tonos nuevos de color —Beige y Avellana— y un aceite capilar llamado Roots, formulado por nuestros médicos ayurvédicos. Incluso hemos creado un kit de iniciación con bol, brocha de sisal y gorra, porque una encuesta nos mostró que nuestros clientes lo necesitaban para empezar. Cada lanzamiento es una conversación con nuestra comunidad, y eso es lo que más valoramos: construir juntos, paso a paso, algo que de verdad tenga sentido y alma.
Basándose en su experiencia, ¿qué consejo le daría a quienes desean emprender en la industria cosmética natural?
Con todo lo que hemos vivido en este camino, si pudiera dar un solo consejo a alguien que quiere emprender en el mundo de la cosmética natural, sería este: hazlo desde la verdad. Desde tu historia, desde lo que te mueve, desde lo que realmente te importa. Porque en este sector, donde hay tanta oferta y a veces tanto “ruido”, lo que conecta de verdad con las personas es la autenticidad y el compromiso real.
La cosmética natural no es solo una tendencia bonita: es un camino profundamente humano, que exige paciencia, investigación, y muchísima educación, tanto para uno mismo como para los demás. Al principio puede ser duro, porque no todo el mundo entiende lo que haces, especialmente si trabajas con ingredientes menos conocidos o con métodos tradicionales, como me pasó a mí con las plantas ayurvédicas. Pero si crees en tu propósito y lo haces con honestidad, las personas lo sienten.
Y un consejo muy práctico: escucha a tu comunidad. Ellos te guiarán. No tengas miedo de empezar poco a poco, de adaptarte, de preguntar, de reformular. La magia está en ese diálogo constante. Y recuerda: si tienes algo valioso que ofrecer, no necesitas gritar para que te escuchen… solo hablar desde el corazón.
Después de su trayectoria hasta ahora, ¿qué significa para usted el éxito y cómo lo mide en el contexto de su empresa?
Para mí, el éxito no es una meta a la que se llega, sino un camino que se recorre con propósito. Siempre he sido una persona muy positiva, pero también poco conformista. Creo que todo es posible si se hace con intención y con el corazón, por eso no tengo una visión estática del “éxito empresarial”. No creo que llegue un momento en el que diga: “ya está, lo conseguimos”. Porque siempre habrá más personas a las que ayudar, más hogares a los que llegar, más rituales que compartir.
En el contexto de Real Earth Stories, el éxito se mide de forma muy humana: cuando una madre me escribe contándome que su hija ya no tiene picor en el cuero cabelludo, cuando alguien me da las gracias por un producto que le funciona de verdad, o cuando una clienta repite y recomienda porque se ha sentido acompañada y comprendida. Eso es éxito para mí: crear algo que impacte vidas de forma positiva y real.
Por supuesto, queremos seguir creciendo —estar presentes en más puntos de venta, facilitar el acceso a nuestros productos y asesoramiento en toda España, crear más comunidad— pero siempre con el mismo norte: hacer las cosas bien, desde la autenticidad, la transparencia y el amor por lo natural.