Las manos son sin duda las grandes olvidadas a la hora de protegerlas frente a la exposición solar. En su lugar, cuerpo y rostro se benefician de los innumerables tratamientos pensados para su protección, sin embargo, ellas son las primeras en sufrir las consecuencias del fotoenvejecimiento: durante el invierno por puro olvido y durante el verano, por esa costumbre tan habitual de lavarnos las manos tras aplicar el protector solar.